Suelo hacer pocas rutas por la Almería Misteriosa alejadas de la capital, pero la ocasión lo merecía. Desde Diputación quisieron que guiase a un grupo de 58 personas de las poblaciones de Tabenas, Sorbas y Lubrín, por algunos de los enclaves mágicos que tiene nuestra provincia. Debido a la procedencia de los participantes en la ruta, era obligado contar historias como la del fantasma de Fort Bravo, la del policía que avisó un ovni en Lubrín en 1978, y la leyenda del hombre lobo de Sorbas. Así se hizo más ameno el camino hasta nuestra primera parada, el Santuario del Saliente en Albox.
Después de desayunar en este fantástico enclave, recorrimos todos los puntos en los que el misterio parece cobrar forma, como la sala de los exvotos, las habitaciones número 1 y 4 y, por supueseto, la capilla de la Virgen de los Desamparados.
Desde ahí nos dirigimos a Los Cerricos de Oria, lugar donde el 31 de julio de 1947 Ginesa Simón Casanova fue testigo de unas apariciones marianas que llegaron a congregar, en ese pequeño barrio, a más de 5000 personas en torno a su lavadero. Creo que, mientras contaba la historia de estos sucesos, la propia protagonista nos observaba a lo lejos.
En Oria pudimos visitar la Basílica, única con esta categoría en Almería, y admiramos su conocido «Lignum crucis». Nos faltó la reliquia de la cabeza de San Gregorio, que no se encontraba en el recinto.
Pero el plato fuerte llegaría tras el almuerzo, cuando pudimos conocer la historia de aquellos misteriosos fuegos y combustiones espontáneas que sucedieron en Laroya el verano de 1945, de la mano de uno de sus protagonistas, Manuel Parra, quien a sus 88 años recordaba los hechos como si hubieran pasado ayer.
¡Nos vemos en la próxima!